










Nunca he visto dos machetes iguales; obviamente tenemos clarísimo que los hay de todas las formas, tamaños, colores, texturas y sabores imaginables. Cada uno es único; sin embargo, podemos por lo menos, agruparlos en categorías. Los hay largos y delgados, gruesos y largos, gruesos y cortos, no demasiado largos, pequeños, delgados y no mas, y así hasta el infinito. En mi vida, siempre me he inclinado por preferir los que son gruesos aunque no sean tan largos. Obviamente que lo ideal es que sea largo y grueso, pero a juzgar por la opinión de mis lectores, la longitud importa poco y eso es importante recalcarlo: Muchos hombres que he conocido lo quisieran tener “más grande” y anhelan soluciones al asunto de la longitud. Pues bien, destruyamos ese mito: no es la longitud lo que cuenta, es el grosor; algo que desafortunadamente se tiene o no se tiene.
Claro que al final lo que verdaderamente importa es la maestría a la hora de usarlo y eso no se conquista con grosores imposibles o con tamaños bestiales. Eso se obtiene con experiencia, concentración y entusiasmo, cualidades que no se compran en botica ni se desarrollan con un manual. Así como el grosor.
No importa lo largo ni lo grueso, sino lo travieso
ResponderEliminarpara un inicio,es decir,nuevo virgen,joven 17 debemos tener consideracion con el que nos valla a pentrar,de lo contrario quedamos ensartados..debe ser muy sabrosos por todo lo que leido y visto falta la practica..
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