jueves, 3 de diciembre de 2009

Dormiditos





Parecen apropiados para domingos perezosos, para tardes de lluvia; para aquellos ratos en que incluso el sexo es una necesidad postergable. Están allí, pero no piden a gritos ser atendidos. Sabemos que un poco de cariño los despertará de su letargo y entonces se convertirán en animales hambrientos, exigiendo dedicación exclusiva, mimos y un poco de furia. Pero debemos tomar la iniciativa; buscarlos, tontear un poco, tocar otro poco. Descubrir sin prisa el truco que los levante. Esconder nuestras ansias con engañifas de bobo, para lanzarnos a disfrutar el despertar de esos troncos dormidos. Sin apuros, sin esfuerzos desesperados; haciendo que nos deseen, que vayan irguiéndose lentamente como cobras al sonido de una flauta encantada.
Después de todo, están cerca de nosotros para algo más que dormir un rato.

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