miércoles, 16 de diciembre de 2009

Belleza inusual








Hay cosas que me invitan de cuando en cuando a reflexiones más o menos serias; por ejemplo: aunque tengo claro que me fascinan los hombres morenos y que su presencia en mi vida ha sido una constante desde que a la edad de 13 años, en la casa de la playa, un obrero negro como la noche, me obligó suave pero firmemente a mamarle su gigantesco aparato y me cogió sin ningún reparo.
Aunque ese evento me marco los gustos, (y lo recuerdo con un placer enorme, a pesar del dolor físico y de lo extraño que fue todo); me gusta también experimentar con otro tipo de hombres; cuya única cosa en común es que siempre son hombres con características definidas: muy pocos catires, latinos de manual, indios buen mozos y pelirrojos.
Esta última, una raza que parece vivir en escondite. En los años que viví fuera de Venezuela, era un poco más fácil ver alguno, aunque no fuera sencillo encamárselos: Me acosté con dos en once años. Pero aquí; tengo 5 años viviendo en este pueblo y jamás me he tropezado con alguno, ni para verlo en la calle; mucho menos para tenerlo en mi cama.
Lo peor es que me gustan. Me parecen guapísimos, con todo ese vello suavecito color naranja que los cubre, las pecas, la piel casi perfectamente rosada surcada por venas azules que parecen delineadas, y esos penes casi transparentes de blancura deliciosa.
Seria rico conseguirse alguno para variar, pero me temo que voy a tener que irme de viaje.

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