domingo, 6 de diciembre de 2009

Dios húngaro








Es una suerte que la industria del porno cada vez sea más pública y notoria. Es un alivio que hayan pasado los años en que un video porno (sobre todo aquellos hechos por dos o más hombres) era casi un objeto de mercado negro. Ahora, los actores porno reciben premios, se exhiben públicamente y algunos han llegado a alcanzar famas que nada tienen que envidiarle a estrellas de Hollywood, aunque nunca hagan la misma plata. Digo que es una suerte, porque de no ser así, posiblemente nunca hubiéramos podido conocer y disfrutar, tanto como lo hemos hecho, de este portento inigualable que se llama Arpad Miklos. La primera vez que lo vi, hacía una escena en que comenzaba masturbándose en compañía de otro rubio muy guapo, a los que luego se les unía un tercero y armaban la grande. La escena de la masturbación, los close ups del maravilloso guevote de Miklos y las caras de goce del muy cabrón, bastaron para que me costara muchísimo llegar al final de la película sin derramarme. Desde entonces me he convertido en su fan más convencido. Creo que incluso he soñado, literalmente con él. Me gusta, me gusta y me gusta. Es alto, es guapo, tiene un cuerpo divinamente definido - sin exageraciones - es velludo, tiene un color precioso, parece simpático y además, se gasta una morronga que, aunque dicen le mide 19 cms, parece mucho más grande y se porta muy bien.
Este húngaro de 42 años, es uno de los actores porno que no se puede dejar de ver. Si todavía no has visto sus películas, no esperes más; pero atención: el tipo es un maestro, prepárate para correrte un pajazo de los mejores. Por adicciones, no respondo.

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