martes, 22 de diciembre de 2009

Amor, amor, amor...

Tal vez ninguna palabra ha sufrido más que esta. Tal vez ninguna ha sido tan abusada, tan aligerada, tan desprovista de sentido. Tal vez ninguna ha servido de mampara a tantas mentiras y tantos errores. Tal vez ninguna tiene el mismo sentido de comodín y de pertrecho. Pero seguimos usándola, sobándola, restregándola y diciéndola. Seguimos creyendo que significa lo que significa, y esperamos cada vez más, que sirva para algo. Sobre todo en estas fechas.
Andamos en una franca epidemia de amor; somos el amor de los vendedores, de los dependientes de panaderías y abastos, de cobradores y de “amigos” a los que no vemos desde hace siglos. Es la fecha, seguramente; y somos nosotros que con esta sangre Caribe somos exagerados, somos hablachentos, somos desparpajados y amamos, a toda hora y sin temer consecuencias. Es que somos tan fanáticos del amor que somos capaces de llamar “acto de amor” a un rápido polvo con un desconocido.
Ciertamente, en nombre del amor somos capaces de cualquier cosa. Menos mal que por ahí, de vez en cuando, el de verdad, el sentimiento que nos pone cursis y bobalicones, aparece y nos reconcilia con él mismo.
Si no fuera así... ¡Pobrecito sentimiento!






1 comentario:

  1. Veo que le gustan las mismas fotos que me gustan a mi...las tengo en varias entradas de mi blog...pues tiene Ud. buen gusto y su blog le está quedando bueno.
    saludos,
    raulito

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