sábado, 27 de junio de 2009

Hay gente real...todavia

Me persiguió con la mirada durante todo el rato que intenté decidirme por una camisa en la tienda del Centro Comercial. Miraba a través de la vidriera, mientras adentro yo intentaba, en vano, que el vendedor me atendiera con simpatía. Cuando salí, me siguió a poca distancia. Cada vez que intentaba propiciar un acercamiento, él se distanciaba, buscando con ojos llenos de angustia la posibilidad de un lugar discreto donde abordarme. Yo, paranoico, pensaba que el baño o las solitarias escaleras, eran un lugar más peligroso que discreto.
Caminé hasta el final del pasillo y él continuaba siguiéndome a distancia cada vez menor, hasta que entré a una tienda de electrónicos para preguntar por una computadora en exhibición. Entonces, lo escuché. Su voz desafectada y recia contestaba algunas de las preguntas que yo hacia al vendedor, e intervenía con prudencia en la conversación. Salí de la tienda, esperé algunos segundos en el pasillo y lo vi acercarse directamente a mí, con sonrisa nerviosa y mano extendida. Me estrechó la mano al tiempo que comentaba lo interesante que yo le parecía. Me reí diciéndole que a mi edad, ser interesante era un recurso que escondía la vejez. Muy serio me respondió que a él le gustaban los hombres mayores, que para carajitos, él.
Lo invité a tomar un café que él aceptó con reticencia, aclarando que en ese centro comercial podían verlo sus amigos y eso no le convenía. Debo haber puesto cara de sorprendido, porque de inmediato corrigió diciendo que al final siempre podía decir que yo era su padrino o su tío. Hablamos por un buen rato, con insinuaciones de todo tipo y nos despedimos después de intercambiar teléfonos y promesas de futuros encuentros.
Ya en el carro, pensé en la particularidad de ese encuentro en el que no hubo chats ni pantallas. Me gustó pensar que aun existe la posibilidad de hablar con gente que tiene cara, nombre y no está detrás de una cámara. No se bien por qué, pero me sentí humano, otra vez.

lunes, 22 de junio de 2009

¿Salir?

Recientemente, un amigo muy cercano llegó a mi casa completamente deprimido por la andanada de insultos con que su padre, un humilde trabajador venezolano, había recibido su confesión de homosexualidad.
El cuadro no pudo ser peor: El papá de mi amigo encontró ciertas cartas y lo enfrentó y él, en un acto ciego de valentía, lo contó todo, para furia y vergüenza del padre ofendido. Un buen hombre, por lo demás.
La franqueza de mi amigo era innecesaria en ese momento de su vida. Salir del clóset, requiere que hayamos aprendido a vivir con naturalidad una sexualidad desprovista de culpas y hayamos alcanzado un nivel de independencia económica y emocional sustentable y duradera. Tener una vida propia, rica y enriquecedora, como hijo, hermano o miembro de la sociedad, hará que tus padres lo piensen antes de venir a juzgarte demasiado agriamente, cuando se enteren que Pedrito en realidad es el hombre que duerme en tu cama todas las noches. Ningún hijo negro se levanta de la cama un domingo y se sienta a desayunar con sus padres para anunciarles que es negro. Pues bien, ningún hijo gay debería anunciarle a sus padres que es gay, a menos que de eso dependa la salvación de su alma. Después de todo, a los padres lo que realmente les preocupa es que uno no sea la repetición del estereotipo con que nos han embromado la vida a todos los homosexuales. Entonces, tal vez sea prudente mantenerse alejado de tales estereotipos y crecer, entendiendo que en las relaciones con los padres hay límites, que no implican necesariamente una mentira. Implican respeto a la vida privada de cada quien y comprensión que se derive de lo que uno hizo con su vida, a pesar de, o tal vez porque escogió el camino de la homosexualidad. Salir del clóset puede ser el más traumático o el más feliz de tus momentos. Eso dependerá de lo que hayas hecho con tu vida.

Amable vecino




Vive con su mamá en el apartamento de al lado. Es un chamo de veinte y pico de años, flaco, moreno y con pinta de practicar todos los deportes. Suele saludarme con gentileza cuando me lo encuentro en el ascensor y a veces, intenta hacerme conversación en el garaje cuando coincidimos sacando o metiendo los autos.
Ayer lo encontré en la puerta. Me dijo que estaba ladillado en su casa y me preguntó si yo tenía planes para más tarde. Le dije que no, por supuesto, y subí a mi apartamento. Menos de un cuarto de hora después estaba frente a mi puerta, con unas birras para compartir y muy aburrido. Lo hice pasar. Llevaba un short más bajo de lo normal, enseñando un tupido camino de vellos negros que iba directo a donde yo quería llegar. Lo invité a sentarse en el sofá, donde comenzamos una conversación vaga que nos condujo, no se por qué, al tema del sexo. De pronto me preguntó si yo creía que él lo tenia grande, yo dije que no podía saberlo porque nunca lo había visto. Me levante de la silla y fui a la cocina a buscar otra cerveza; cuando regrese, lo encontré desnudo en el sofá… y puedo jurar que la visión era totalmente hermosa. Un duro, largo y grueso instrumento se erigía entre una abultada mata de pelos negros como pidiendo una caricia urgente. Me puse a millón al instante. Entonces con cara de quien sabe lo que está haciendo, me pregunto mi opinión ahora que lo estas viendo. Le dije que me parecía grande y sabroso y el chamo sonrió satisfecho.
Acto seguido me pidió que me quitara la ropa. Me puse de espaldas y comencé a desvestirme; al dejar desnudas mis nalgas, escuché su voz:
- Pana….tu tienes ese culo blanquito y afeitadito…
- Si…me depilo al ras
- Wow pana, que de pinga se ve. Yo nunca me he afeitado
- Si, eso se nota
- Pana…me paraste el machete…que, ¿te puedo tocar las nalguitas?
- Si quieres…
Se acercó por detrás y comenzó a acariciarme las nalgas. Me tocaba y se masturbaba suavemente; entonces, acercó su dedo hasta mi hueco ansioso y empezó a meter la punta de a poquito.
- Que pana… ¿te gusta eso?
- Si, la verdad es que si
- Coño…esto va estar mas rico de lo que pensaba
- ¿Te gusta a ti?
- Pana, yo no estoy acostumbrado, pero te quiero coger. ¿Te dejas?
Me puse de espaldas en el sofá y le ofrecí mi culo completamente listo para recibirlo. Saque un condón y se lo di sin hablar, él cambió de posición para pedirme que se lo pusiera, cosa que hice gustoso. Antes de ponérselo, metí un ratito ese portentoso guevo en mi boca y lo chupe ávidamente, para sorpresa del chamo que se retorcía de gusto. De repente noté que sus dedos estaban preparando el banquete. Se paró detrás de mí y abriéndome el culo con sus manos, empezó a meter aquel trozo durísimo de carne. Lo hacia con la destreza de quien sabe que puede causar dolor en lugar de placer.
- Aguanta pana…aguanta…te está entrando
- Dale…así…mételo suavecito…
- Ya va…no seas glotón…te lo estoy metiendo
- Si…mételo, mételo…
- Ahí va, aguanta pana…aguanta que te va a gustar que jode

Comencé a mover mis caderas para ayudarlo a entrar. Él dejó de moverse y me dijo que me lo metiera yo mismo. Lo fui tragando con golpecitos de cadera y apretones de nalga que lo mordían, hasta que sentí que me estaba partiendo el culo con su palo. Así empezó una feroz cogida que fue cambiando de intensidad, de ritmo y de posición durante los siguientes 20 minutos. Su guevo retozaba dentro de mí, unas veces con fuerza, otras con pausas experimentadas, y siempre con un jadeo intermitente, que decía una y otra vez lo rico que le estaba pareciendo la experiencia.
En un momento se tiró sobre mi, me obligó a ponerme completamente horizontal sobre la alfombra, se levantó sobre sus brazos y me enculó de un solo golpe. Me di cuenta que se acercaba el final. El bombeo que siguió a ese gesto triunfal de dominación, duró menos de dos minutos, pero resumió todo el placer de este mundo. Gritaba, jadeaba y no paraba de decir cuanto le gustaba mi culo. Acabábamos en medio de gritos de goce cuando, exhausto, sobre mi espalda, buscó mi boca en el desorden final, para fundirnos en un larguísimo beso, mientras daba las últimas sacudidas a su embestida.
Estuvimos tirados en la alfombra un largo rato, acariciándonos y retozando. De pronto, se levantó, se duchó y se vistió para irse. Me abrazó para despedirse y yo aproveché la oportunidad para un nuevo beso. Él me respondió con entusiasmo, se sonrió y me acaricio las nalgas nuevamente.
- Menos mal que no tendré que ir demasiado lejos la próxima vez que tenga ganas. Que de pinga eres pana...
- Aquí estoy, cuando quieras ven a visitarme
- Eso júralo…fue tremendo placer, pana.
Esta vez me besó él y salió. Estuve recordando su olor y sus embestidas hasta que logré dormirme como un bebé. Hoy no lo he visto. Pero lo estoy esperando.

jueves, 18 de junio de 2009

De muerte lenta

Hace años, en Caracas estaba de moda una expresión que se usaba para ponderar cualquier cosa que hoy llamaríamos “espectacular”. Debe haber nacido en la comunidad gay, pues pocas cosas son tan maricas; pero dentro de ella, la expresión “de muerte lenta” un buen día empezó a ser señal de peligro. Siendo, como éramos, una comunidad pequeña y con menos lugares para cruising, normalmente nos encontrábamos con conocidos que, usando esa frase, nos prevenian de tipos cuya peligrosidad era conocida. Eso salvó muchas vidas de entonces.
Que pena confirmar que nosotros tuvimos una suerte tremenda: Hasta podíamos darnos el lujo de lanzar señales de peligro. Hoy, eso no es posible. Hoy, por tanto, es obligatorio tomar tantas precauciones como podamos, a riesgo de parecer paranoicos. Recientemente un amigo me comentó, lleno de tristeza, que había perdido sus juguetitos tecnológicos, a manos de un tipo divino que lo robó discretamente, después de que este lo llevara a un hotel para lo que él mismo llamó “una cogida divina”. No vale la pena enumerar los errores que mi amigo cometió en esta oportunidad, pero lo que si es cierto es que se salvó de convertirse en un titular de última página. Irse a un hotel, con un tipo que conoces hace cinco minutos, es simplemente una ENORME TONTERIA Y UN PELIGRO GIGANTESCO. La mayoría de los hombres que andan por la calle buscando guerra se clasifican en dos tipos: Víctima y victimario. Normalmente el victimario está buenísimo y sabe muy bien que Dios le puso entre las piernas su arma más efectiva. Obnubilados por un guevote divino, lo que nos puede pasar es horrible.
No hay mas remedio que considerar a TODOS los hombres que conocemos en la calle como potenciales asesinos y tener contra ellos todas las prevenciones posibles. Es una lastima, es cierto, pero ¿que necesidad tenemos de exponernos a un encuentro sexual que realmente sea “de muerte lenta”?

lunes, 15 de junio de 2009

CAM 2 CAM


Seguramente, como a muchas otras cosas, estoy llegándole tarde al cybersexo. No me había atrevido, porque me parecía un terreno propio de adolescentes. Lo máximo que había experimentado eran ciertas conversaciones subidas de tono por uno que otro Chat, que la mayoría de las veces constituían prolegómenos válidos para encuentros reales. Ya saben, el típico chateo sobre que rol eres, como lo tienes, que te gusta que te hagan y demás cosas que, normalmente no conducen a escarceos cibernéticos, sino a encuentros de cama de verdad. Pero recientemente, uno de los hallazgos más interesantes que he hecho en la Web, la página de Airam Jonas, (un sitio muy caliente de un chamo buenazo) me condujo a CAM4. Sin duda, uno de los sitios más sabrosos para correrte unos pajazos riquísimos.
El sitio no da para nada más. Puedes tener o no tu cámara conectada, aunque creo que si eres el que transmite y andas en el modo exhibicionista, vas a gozar el doble. Yo me declaro más bien voyeurista, con una debilidad agregada: Me fascina ver a un tipo masturbándose. No son pocas las veces que me he escondido en lo sitios más insólitos para disfrutar las pajas de algún vecino. Pues bien, gracias a CAM4, ya no tengo que poner nada en riesgo. Me instalo, me conecto y paso una o dos horas de completo derrape masturbatorio, en compañía de hombres de todas partes del mundo, que la mayoría de las veces están buenísimos y tienen unos guevotes que parecen de embuste.
Sigo pensando que el sexo en todas sus formas es una maravilla y que nada sustituye al placer de comerse una verga de concurso. Pero para resolver una mala noche o una urgencia impostergable, pongo toda mi confianza en CAM4, no se si servirá para hacer realidad las fantasías, pero para pajazos olímpicos…sirve y requetesirve. ¡Además es gratis!

lunes, 8 de junio de 2009

Taxista confundido

Lo conocí una vez que mi auto estaba en el taller y necesitaba llegar con rapidez a casa para una cita. Sin ningún rasgo en particular que lo destaque del montón, es un hombre joven, blanco y de aspecto pueblerino que me desarmó cuando, al escuchar mi conversación telefónica en que cuadraba los últimos detalles de mi inminente encuentro, me preguntó abiertamente si el apuro por llegar a mi casa se debía a que vendrían a cogerme. No tuve empacho en contestarle que si, ya que me lo preguntaba y él, tocándose suavemente su entrepierna me preguntó, si además de gustarme ser penetrado, me los llevaba a la boca. Volví a decirle que si, llegamos a mi casa y le dije al bajarme que podía venir a visitarme cuando quisiera.
Esta mañana, un mes más tarde, tocó el timbre. Me sorprendió porque había olvidado su existencia; saludó con simpatía y entró, después de indagar si estaba solo. Lo hice pasar a mi habitación directamente, como para que no tuviera dudas de mi disposición a complacerlo. Una vez en mi cuarto, se sentó en la cama y preguntó si no tenía una película que pudiéramos ver. Sin advertirlo, puse una de sexo entre hombres y me dediqué a esperar su próximo movimiento. Me pidió que me sentara a su lado, lo hice y pude ver como se empezaba a levantar un deseoso bulto entre sus piernas. Me atreví a tocarlo. El taxista se levantó después de unos segundos y, abriéndose el cierre del pantalón, me dijo que quería una mamadita. Tranquilamente, liberó su hermosa verga, anunciándome que estaba recién afeitada y la acercó a mis labios. La descubrí lentamente: rosadita, firme, larga y de grosor regular, no tenía alrededor ni un solo vello. La saboreé suavemente, pasando mi lengua en movimientos circulares por la enrojecida cabeza de champiñón que luchaba por entrar a mi boca y comencé ansioso a disfrutar de ese desayuno especial.
A medida que chupaba y devoraba esa sabrosa verga, mi taxista me obligaba a darle más y más placer, diciéndome que se lo estaba mamando como una putica. Entonces, se desnudo completamente: Un cuerpo fibroso, delgado, poblado de un delicado vello, con piernas muy fuertes, me envolvió mientras me lanzaba a la cama. Se montó encima de mí y me metió con fuerza su rico guevo dentro de la boca, mientras sujetaba mi cuello y hacia movimientos de empuje para cogerme por la boca. De pronto me preguntó si me tragaría la leche, le dije que si. Se lo merecía. En segundos el siempre agradable sabor de un chorro caliente de semen, inundaba mis papilas en medio de sus gritos ahogados de placer.
Inmediatamente se levantó de la cama, sacudió su rico instrumento y me dijo que eso no estaba bien, que él no era marico, que lo suyo eran las jebas. Se vistió y salió sin despedirse.
Por la sonrisa que llevaba a la salida, se que esa confusión suya me brindará nuevos y mejores placeres. Es sólo cuestión de esperar que su entrepierna ansiosa lo obligue a tocar mi puerta.

martes, 2 de junio de 2009

Experimento


Hace poco, varios amigos hicimos un sencillo experimento: Subimos a MANHUNT una foto de un tipo buenísimo y creamos un perfil que entre otras cosas, decía que el tipo era un mèdico cubano trabajando en Venezuela. Luego, nos sentamos a esperar. La idea era calibrar hasta donde el físico de un tipo es determinante para lograr compañía de sus pares sin importar procedencia u otros simples detalles. Pues bien, lógicamente el resultado fue justo el que creíamos: O estàs rebueno y te gastas un palo de concurso o te jodes y te dedicas a la autosatisfacciòn. En dos días, nuestro perfil inexistente había recibido 217 mensajes de todo tipo, en el que solo dos se referían, de manera bastante ofensiva por cierto, a su condición de mèdico de barrio adentro (para la mayoría de los venezolanos, trabajar en barrio adentro es casi traición a la patria).
De esos 217 mensajes, solo cinco descubrieron que la foto no era realmente la de alguien buscando encuentros reales, sino la de un desconocido actor porno. Todos los demás le hicieron cualquier ofrecimiento a nuestro modelo. Desde las màs raras ofertas de sexo salvaje, hasta ofertas de matrimonio formal. La mayoría de los mensajes eran de hombres auto denominados "pasivos" que se morían de ganas de comerse ese manjar. Algunos tuvieron la fantasía de disfrutar el lado trasero de nuestro modelo, nada despreciable, por cierto.
Lo curioso es que nadie le ofreció un poco de afecto. Aun los que expresaron la idea de "amarlo" lo hacían refiriéndose a su muy buena dotación.
Suficiente para admitir que somos un grupo humano en el que no tienen cabida los feos ni los chiquitines. Lecciòn aprendida.

Veamos si pasa algo

Harto de creer que estoy sólo en este mundo, decido comunicarme por la mejor vía que conozco: un blog. Uno que tendrá definitivamente un carácter y un estilo propios de un grupo, ya no tan minoritario, que busca desde hace siglos un camino para decir libremente lo que siente. No creo que sea difícil, lo que creo es que no lo hemos intentado suficientemente porque tal vez somos flojos o tal vez somos tímidos. Aunque lo dudo.
Comienzo este blog con un llamado a revisarnos un poco más. A revisarnos por dentro y contar nuestras historias de hombres homosexuales desafiantes de lo normal y de los convencionalismos de los otros, para entregarnos a los convencionalismos nuestros.
Comienzo este blog con seriedad, pero sin dejar de lado el chiste, el chisme y lo bueno de los hombres buenos que todos soñamos con encontrar a nuestro lado izquierdo de la cama en un domingo soleado y perezoso. Por eso, tendré de todo aquí. No faltaran algunas fotografías "picantes" (me gustan mucho,¿como hago?) y algunos cuentos que quizás en algún momento estén cargados de erotismo y hasta de palabrotas.
Comienzo este blog, también con una invitación: Sùmate a él. Escribe comentarios, critica, juzga y hasta envíame artículos para que yo los publique. Será sencillo: Solo tienes que hacerme llegar cualquier cosa que quieras ver publicada a esta dirección de correo electrónico: fedearis@yahoo.com. La publicarè tal cual la hayas enviado. Sin alterar ni una coma, pero con tu nombre completo. Si no escribes tu nombre, no podrás verte publicado aquí.
Por supuesto, en honor a la discrecionalidad de este tipo de sitios, haré las advertencias de rigor. Es decir, si te da por ofenderte ante la desnudez, horrorizarte al enterarte de las cosas que dos, o màs hombres son capaces de hacer cuando están solos y aburridos, o simplemente crees que por que eres HETERO, eres mejor que nosotros, lo mejor es que no siquiera te asomes.
Nosotros no tenemos nada que perder...