
Lo que me gusta más de mis encuestas, es constatar que hacemos, lo que la mayoría de la gente también hace en situaciones frecuentemente tildadas de “atrevidas” e incluso peligrosas. Realmente, para muchos de nosotros, la posibilidad de tener un rápido e intenso intercambio sexual en un baño público, es una de las cosas más excitantes que puede ocurrir; hasta ahora no he conocido a nadie que, pese al nerviosismo del momento, o tal vez debido a ello, deje de reaccionar a los avances de un tipo guapo, en el orinal de al lado. Pues bien, un 25% de mis encuestados, ha confesado estar plenamente dispuesto a “ir a por todas” en un baño publico, si la ocasión se presenta; mientras que otro 25% afirma estar listo para mamar hasta el cansancio en idéntica situación. Me permito hacer, entonces, el siguiente análisis: si una de las maneras más placenteras de empezar un buen encuentro sexual, tiene que ver con lo que hacemos con la boca; yo diría que el 50% de mis votantes, realmente están clarísimos en que, a la luz de las circunstancias, un baño público es el lugar perfecto para saciar instintos.
Estoy plenamente de acuerdo y tengo poco que agregar al respecto: la sensación de anonimato, la prisa del momento, la excitación que produce el riesgo de ser descubiertos y las urgencias propias del hombre; hacen de los baños lugares ciertamente prodigiosos. Menos mal que el resto de los participantes en la encuesta, (salvo uno) aseguró estar listo para un encuentro público de mayor o menor cuantía.
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