martes, 3 de noviembre de 2009

Todos los nombres, todos los hombres












Que si, que ya lo se, que me he puesto un poco frívolo últimamente y me ha dado por pontificar sobre cosas que no necesitan explicación alguna. Bueno, ¿y que se hace? Nada, que me apetece seguir en la onda del fetichismo y pienso saciar el repertorio; a alguien le gustará un poco, más adelante, y yo me sentiré como si hubiese plantado un árbol. Que para eso estoy por estos lados, sobretodo cuando me siento a almorzar tranquilo y sin ánimos de ser perturbado por conversaciones subidas de tono, y se aparece una amiga querida, que anda con la libido a millón y se me instala a hablarme del único tema que una vez me tocan, me despepita.
Pipí, guevo, matraca, morronga, pene, pinga, machete, falo, verga, pipe, paloma, pájaro, artefacto, instrumento, cosa, miembro, vergón…todos, nombres para un solo asunto: el famoso pedazo de carne que guinda entre las piernas de un hombre y que recibe (como debe ser) una atención digna de causas muy nobles. Se le atribuyen poderes milagrosos y energías únicas. Se dice que ha sido capaz de poner a temblar imperios y que de su tamaño y envergadura, depende la felicidad del que lo porta; que es, ni más ni menos, el centro de la psíquis de todo bicho de uña; y que, para remate, tiene una cabeza que según muchos, piensa más rápido y con más eficiencia que la que debería hacerlo.
En fin, que se trata ya no de un fetiche, sino de una realidad que afortunadamente es palpable (y comible, y saboréable, y disfrutable) y que a muchos, como a mi, nos pone realmente de cabeza…o bueno, de rodillas, para ser exactos.
Póngale el nombre que quiera. Seguro que le apetece alguno de estos, tan reales como la vida antes del photoshop.

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