











Son los deportistas de élite.
Aun cuando siempre los deportistas han despertado pasiones encendidas; lo que estamos viviendo ante los hombres que, día tras día, llenan los estadios y ponen a prueba su resistencia física y su talento, es realmente muy especial. Ya no sólo son adorados por el talento especial con que defienden la técnica que conocen a perfección; ahora son símbolos sexuales, machos que alborotan, objetos de deseo; gracias, lógicamente, a esos cuerpos perfectos que desarrollan después de tantas y tantas horas de entrenamiento. Ellos, conscientes de que son algo más que una simple maquina de medallas, han asumido también otras actitudes y la verdad es que lo hacen bien. Son, probablemente precursores de la metrosexualidad y se exhiben sin pudor, dejando muy poco para la imaginación, que igualmente se desata.
Son los hombres de este siglo. Y francamente, vale la pena verlos una y mil veces. Tanta perfección es un regalo del universo para nuestros ojos.
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