jueves, 10 de marzo de 2011

Inusual desayuno

Esta mañana tuve que ir un momento a hacer una rápida diligencia en un centro comercial muy pequeño que está cerca de mi oficina. Eran como las 9 de la mañana y había poca actividad. Al salir del sitio en el que estaba, pasé al lado de un vigilante que estaba recostado de una pared, tenia la mano en el bolsillo y se estaba sobando el machete, que se notaba medio zarataco. Me llamó la atención la escena, era un tipo normalisimo, con toda la pinta de vigilante joven de centro comercial, pero su actitud y su carita pidiendo ayuda, era mucho para mí a esa hora. Lo miré sin pudor alguno, él me devolvió la mirada y yo seguí caminando. Unos metros más allá había un baño. Me detuve en la puerta y volteé a mirar. El vigilante venía en la misma dirección.
Entré rápidamente.
Era un baño estrecho en el que sólo había dos reservados. La zona estaba desierta. Me metí en uno de los reservados, me quité el saco y eché hacia atrás la corbata. Dejé la puerta entreabierta y me baje el pantalón y el interior, dejando descubiertas mis nalgas. Un poco después sentí que la puerta del baño se cerraba y alguien entraba. Fue directamente a donde yo me encontraba y me tocó las nalgas. Yo lo enfrenté de inmediato y aunque sentí un instante de temor, le agarré el paquete. Él se soltó la correa y sacó un guevo bien parado, de proporciones normales y lo blandió ante mí. Con una mano me agarró por la cabeza y me condujo hacia su palo. Poniéndome de rodillas, abrí mi boca y de un bocado lo atrapé; entonces, empecé una rápida y gustosa mamada, en la que puse a prueba mis conocimientos. Lo saboreé rico, lamiendo su cabecita tapada, y pasando la lengua por todos los rincones de aquella deliciosa morronga, que muy pronto comenzó a mostrar signos de acabar. En efecto, al poco tiempo, el tipo me lo sacó de la boca y acabó un par de chorros muy discretos de leche, apuntando hacia la pared. Se vistió y salió de una vez.

Cerré la puerta del reservado y sosteniendome contra la pared, me hice una violenta paja. Acabé de prisa, me vestí, me calmé y salí de allí casi corriendo y encantado por la hazaña.
Cuando pasé de nuevo al lado del vigilante, me dijo
- Buenos días, doctor....
Y yo sentí que me estaba agradeciendo el desayuno, Fue una manera excelente de empezar mi día. De vuelta en la oficina, todo parecía sonreír.

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