Un amigo me dijo que el pecho de un hombre es una cosa muy peligrosa, puede embaucarlo a uno para siempre; cuando lo escuché, recordé que cuando yo era adolescente, jugaba bowling con frecuencia diaria. Casi siempre, en las filas del lado, practicaba un muchacho muy guapo a quien todos conocían como "El Negro Lamas" (era morenito claro, pero así le decían) que tenía el pecho mejor formado que yo había visto hasta entonces. Él se paraba al lado mio y, mirando por un costado de su camisa holgada, yo podía ver sus pectorales y sus tetillas, siempre bien paraditas. Más de una vez tuve que meterme en el baño para un pajazo de urgencia, tal era la fascinación que él producía en mí. Creo que entiendo perfectamente a mi amigo: un pecho bien formado es el inicio de todos los males de amor de la humanidad....
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