miércoles, 2 de febrero de 2011

Vacaciones de postín

Había pasado como un cuarto de hora desde que acabáramos de tirar. Él, un vigilante de una casa de playa que estaba desocupada, me abordó mientras yo daba un paseo por la orilla del mar y me invitó a entrar a la casa, para tomarme un refresco; pero, yo intuí inmediatamente que el refresco tendría sabor a sudor de macho e implicaba cierto goce. Así fue. Tan pronto como entré a la casa, él se bajó su short sin mucho preámbulo y me pidió que me "ocupara de esa parazón", cosa a la que accedí gustoso. Eso dio pie a más, y la verdad es que no podía quejarme de mi suerte. El tipo se las arregló para hacerme ver estrellas, mientras me metía con fuerza un machete de porte y grosor bastante aceptable. Ambos lo disfrutamos mucho.
Al acabar, los dos nos quedamos un rato desnudos en la cama; para mi sorpresa, él empezó a referirse con total candidez a lo que recién habíamos hecho y, sin que yo lo esperara, me preguntó si estaría dispuesto a una segunda vez.
Le dije que sí, con entusiasmo de quien siempre está dispuesto. Entonces, él me pidió que me quedara sin ropa y esperáramos un poco.


Fumamos un par de cigarrillos, él me dejó jugar un rato con su machete, que se ponía duro por raticos, pero no alcanzaba una buena erección que indicara luz verde para la segunda vuelta y tonteábamos en la cama, en lo que parecía el prólogo de la siguiente cogida. De pronto, él se levantó, salió de la habitación y me dijo que lo esperara un minuto. No se cuanto tiempo demoró afuera, no fue mucho, y cuando estaba empezando a ponerme nervioso por lo que parecía una situación extraña, escuche voces afuera. Pude distinguir la de mi "amante", y supe que alguien más estaba con él. Tuve un minuto de pánico. Pero casi enseguida, mi nuevo amigo se asomó por la puerta del cuarto. Sonriendo con gusto, me preguntó si quería conocer a su pana y, para responder a mi cara de sorpresa, me explicó que se trataba de un buen amigo que compartía labores de vigilancia, y otras cosas, con él.
Respondí afirmativamente y en segundos, un moreno de esos que lo dejan a uno sin aliento, entró a la habitación. Vestía un jean y nada más y bajo el cierre del pantalón, podía adivinarse un bulto muy excitante, pues se notaba listo para la guerra.
- Te gusta? preguntó mi amiguito
- Claro que si, respondí
- Ok...entonces se bueno con él, como fuiste conmigo, él es pana y quiere contigo también
El visitante se quitó el pantalón sin decir una palabra y se acercó a la cama donde yo lo esperaba completamente desnudo. Mi amiguito se sentó en una silla, que arrimó cerca de donde estabamos, pero no hizo el menor intento de intervenir.


Entonces, el visitante me dijo que lo pajeara un ratico para "ver si sabía jugar con ese muñeco" y la verdad es que tenía razón, lo que ese hombre exhibía entre las piernas era una belleza: grueso, largo, cubierto por una finísima piel y con la cantidad justa de vellos. Un instrumento oscuro y muy sabroso que yo empecé a acariciar con avaricia. Poco después, me pidió que me lo metiera en la boca, despacito y lo lamiera. Comprendí que ese, sería un polvo dirigido, y me dispuse a recibir y acatar ordenes. Comencé una rica sesión de lamidas, chupaditas y caricias con mi lengua que pronto dieron el mejor resultado. Aquel palo estaba durísimo e hirviendo y yo estaba seguro que buscaría algo más. Fue entonces cuando noté que el amigo, completamente desnudo, se masturbaba lentamente en su silla.
El visitante lo notó y le ordenó:
- Dale pana, preparale ese culito ahí...me lo voy a coger.
El amigo me ordenó ponerme en cuatro y comenzó a humedecer mi culito con un aceite que ya habíamos usado antes. Se demoró un poquito en eso, mientras yo mamaba, ya sin ningún reparo, el portentoso guevo de nuestro visitante. De pronto escuche como le decía,
- Dale negro, ya está listo. Ese culito tiene ganas, cogételo duro pues...
- Bueno papá...ya vas a ver lo que es bueno....te estás portando bien de pinga...quédate así que ahí te va.....
Enseguida se acomodo detrás de mí y en un movimiento limpio y seguro, me empezó a meter su magnifico machete. Sentí un intenso, pero rapidísimo instante de dolor, que dio paso a un placer maravilloso. Mi visitante se esmeraba en meterlo suave pero correctamente, dandome con fuerza contenida, mientras se ajustaba perfectamente al interior de mi culito ansioso por recibirlo todo. Entre tanto, el otro amigo, se masturbaba parado frente a mi, viendo la escena con la mirada más lujuriosa que he sentido jamás. De vez en cuando ellos hablaban entre sí, diciendo cosas como "pana, que bien que me guardaste este culito pa'mi" o "viste negro, te dije que era pura calidad, le estás dando bien rico".
De pronto, el visitante imprimió fuerzas a su embestida y agarrándome por las caderas, comenzó a bombear con fuerza. Me di cuenta que su orgasmo estaba cerca. El otro, lo miró y le preguntó:
- Vas a echarle leche, negro?
- Si, pana, ya estoy que acabo...
- Eso....llénate ese culo de leche, dásela que esa vaina le gusta burda al pana....
- Ahí va...pana...agárralo...dale...echale leche tú también....
Enseguida, sentí la fuerza de una mano del amigo; mientras se masturbaba con furia, me agarraba la cara, como para contener mis movimientos desaforados, para tragarme toda la leche que tuvieran esos dos. Al unísono, ambos estallaron en medio de gritos de placer que me provocaron un orgasmo inolvidable.
Nos derribamos los tres en la cama. Así estuvimos por espacio de un par de minutos. Entonces, el visitante empezó a sacarme lentamente su palomota, y el otro me restregó las últimas gotas de semen en el rostro. El visitante se fue al baño, se lavó su poderoso artefacto y se despidió.
Mi, recién adquirido amigo vigilante, me dejó ir a asearme un poco, pero me advirtió que no me fuera todavía. Después de descansar un rato largo, volvimos a hacerlo los dos solos y felices.
Escenas como esas se repitieron muchas veces a lo largo de aquellas largas vacaciones en la playa

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