jueves, 24 de febrero de 2011

Esplendor sobre la hierba

Hace mucho tiempo, en Caracas era muy posible divertirse de lo lindo en alguno de los parques que adornaban la ciudad. Creo que el favorito de todos era el Parque Los Caobos, que contaba con el atractivo adicional de ofrecer un entorno muy urbano, entre museos y teatros, en el que uno podía, facilmente, desfogarse en un momento en que las urgencias reclamaban un poco de alivio al deseo súbito. Bastaba con caminar un poco por los espacios destinados al entrenamiento físico, siempre repleto de mangazos semi desnudos, acercarse a los baños o simplemente asomarse a algunos de los bosquecitos de bambú, que creaban escenarios perfectos para verdaderos aquelarres. Los visité muchas veces, hasta que dejó de ser sano y, a esas visitas, las llamaba como el título de la vieja pelicula: Esplendor sobre la hierba. Era exactamente eso, un espacio para ver, para encontrarse y para vivir la emoción de un polvete bien echado, bajo los ruidos y luces de la autopista y el temor de ser descubierto en falta.
Eran tiempos que no volverán. Hoy no se me ocurriría ni caminar por sus alrededores; pero, cualquiera de mi generación tendrá un cuento maravilloso de ese parque, que además, era bonito y estaba bien mantenido. Es el rescoldo del país que no volverá...




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