










De momento se detuvo. Usó sus manos para retirar mi cabeza de su entrepierna, abrió la puerta de su puesto y me pidió que me pusiera en cuatro patas sobre el asiento del conductor.
- El premio te lo voy a dar por el culito, me dijo
Hice lo que me pidió. El tipo se montó encima con pericia. Lubricó mi hoyito con su saliva, y echó un poco más de saliva en su paradisimo guevo que se mezcló con lo que había lubricado naturalmente. Empezó a dilatarme el culo y un poquito después me preguntó si estaba listo para recibirlo. Le dije que sí.
- Quieres que te lo meta ya?
- Si por favor, cogeme duro
- Todo?
- Si vale, todo
- De una sola vez?
- Si, dale
- Te va a doler, pero tu tienes culo de quien aguanta
- Si yo aguanto...dale..mételo todo.
- El premio te lo voy a dar por el culito, me dijo
Hice lo que me pidió. El tipo se montó encima con pericia. Lubricó mi hoyito con su saliva, y echó un poco más de saliva en su paradisimo guevo que se mezcló con lo que había lubricado naturalmente. Empezó a dilatarme el culo y un poquito después me preguntó si estaba listo para recibirlo. Le dije que sí.
- Quieres que te lo meta ya?
- Si por favor, cogeme duro
- Todo?
- Si vale, todo
- De una sola vez?
- Si, dale
- Te va a doler, pero tu tienes culo de quien aguanta
- Si yo aguanto...dale..mételo todo.
De un sólo envión y sin consideración alguna, lo metió completo. Con precisión de experto. Sentí como si el cuerpo se me abriera en dos mitades, pero ese dolor inmenso sólo duró menos de un segundo. Inmediatamente, por gracia de su abundante lubricación, estaba sintiendo el placer más grande, aumentado por la emoción de estar en medio de la carretera desierta, a plena luz y en un camión cuyo olor a combustible, sudor de hombre y calor, me tenía los sesos fundidos.
La cogida no duró mucho. En pocos movimientos lentos y acompasados, el tipo abrió lo que me quedaba de estrechez, y luego empezó a bombear mucho más duro. Me pidió que me pajeara, cosa que hice de inmediato, y en menos de un minuto estaba acabando sobre el asiento. Él, entonces, apresuró las embestidas y con una fuerza enorme que brotaba de su cuerpo excitadisimo, acabó dentro de mí.
Se retiró. Se limpió con un trapo que llevaba, me ayudo a limpiarme, se subió el pantalón y me dijo que me vistiera. Caminó un poco hasta una sombra, donde orinó copiosamente y me preguntó si quería seguir el viaje con él.
- A lo mejor te doy otro dentro de un rato, tu decides. O te quedas aquí esperando que pase otro camionero y pruebas otro....sonrió mientras hablaba.
Le dije que estaba bien, que prefería llegar a Piritu con él. No me cogió de nuevo, pero me dejó jugar con su guevote un buen rato mientras manejaba. Volvió a regalarme su leche tibia minutos antes de llegar al pueblo, esta vez en mi boca.
Nunca más lo vi. Pero su recuerdo me acompañó por siempre como el hombre que había hecho posible la realización de la fantasía más rica de mi juventud.