
Es inevitable, las axilas de un hombre me recuerdan los escondites perfectos. Los lugares donde, guardarme para descubrir el mundo, se reducen a la intimidad más preciada, al olor más íntimo, al apretón más tierno. Los lugares donde me protejo y me cuido, cuando necesito despojarme de la máscara invencible, porque un hombre me espera...
No hay comentarios:
Publicar un comentario