lunes, 26 de octubre de 2009

Una discreta mirada








El arma más poderosa de un voyeurista es la imaginación. Hay muchas maneras de ver, sobre todo cuando lo que queremos ver es el espacio más íntimo de un hombre que nos gusta mucho. Puede que sea en el gimnasio, cuando nuestros ojos se pierden en las duchas, intentando capturar para la memoria ese instante delicioso en que aquel admirado compañero de maquinas, decide darse una ducha revelando todo lo que Dios le dio para hacernos felices. Puede que sea simplemente el momento de ocio que dedicamos a espiar la ventana del vecino guapísimo, cuando se enfrenta a si mismo en la intimidad de su habitación. Puede que sea la feliz ocasión en que un mirón interrumpe la soledad de un buen mozo en el probador de una tienda, o en alguna de las muchas ocasiones que para desnudarse se inventan nuestros hombres.
Pero hay ocasiones en que sólo la imaginación sirve para el dibujo completo y entonces lo mejor es acudir a ella y soñar un poco con lo que no pudimos ver.
A pesar de lo mucho que disfruto viéndolo todo, hay veces que me conformo felizmente con mis fetiches corporales: pies, axilas, esquinas de piel, visiones discretas de cuerpos que no se atreven a exhibirse totalmente.
Algunas veces, realmente vale la pena poner a funcionar la imaginación….

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