jueves, 1 de octubre de 2009

Tres...¿Son multitud?







Obligado por mi condición de hombre comprometido, siempre me acerqué con cautela a la muy antigua práctica del sexo en grupo, una asignatura pendiente que, por suerte, he cubierto tardíamente gracias a mi nueva vida de señor mayor, soltero y despreocupado. Para decirlo con toda honestidad, la verdad es que después de saborear sus placeres, estoy fascinado con la nueva certeza de que mientras más, y más revueltos, mejor. Será porque ya me di la oportunidad de probar todas las formas del sexo en pareja, que ahora me emociona la posibilidad de revolcarme con dos o más machos al mismo tiempo.
Es una práctica maravillosa. Puestos a exhibirnos delante de otros, los hombres somos capaces de grandes proezas; pues bien, puestos a demostrar nuestros atributos y habilidades amatorias “en publico”, la solapada competencia acerca de quien lo tiene más grande, o quien lo usa mejor, solamente proporciona beneficios.
Aunque no rechazo ninguna variante, prefiero los encuentros entre tres; sobre todo cuando el pasivo soy yo y me encuentro con un buen par de activos retozones dispuestos a experimentarlo todo. Debe ser un asunto de insaciabilidad mayor, pero disfrutar de las erecciones, caricias, sudores, jadeos y calenturas de dos hombres, hasta llegar a la increíble sensación de sentir que un macho excitado abre mi boca con su instrumento, al tiempo que otro busca su camino entre mis nalgas ansiosas, preparando así el espacio en que vendrá a unirse saciado ya de placer oral, el otro participante, es una de las experiencias más extraordinariamente excitantes que conozco.
Puede que para otras cosas lo sea, pero me niego a aceptar que para una buena sesión de sexo, tres sean multitud. No señor, tres en una cama son la definición misma del placer por el placer.

1 comentario:

  1. Divino, los hombres desnudos es lo mejor que la naturaleza haya hecho. Un hombre desnudo es la máxima expresión de la perfección humana, de la perfección natural y sensual donde todas sus intimidades son la verdadera fuerza sexual que ni la mujer muestra. Los hombres desnudos es lo más divino que mis ojos puedan contemplar y sentir en mi alma e intimidades. Vivan los hombres activos y pasivos.


    Edmundo Villamizar Rancés.

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