jueves, 15 de octubre de 2009

De color






Creo que se me nota: siento verdadera pasión por un negro. Un negro bien hecho, con ese cuerpo marcado por el ejercicio o por el trabajo y esas descomunales herramientas que casi siempre los adornan, son no solo la fantasía recurrente de mi vida, también el objeto de pasiones que han sido inolvidables.
Adoro el cuerpo macizo y oscuro de un morenazo. Adoro su olor mezcla de sudores fuertes y trabajos forzados, adoro la leyenda de sus penes que cuelgan largos y gruesos, como queriendo vengarse de lo mucho que los blancos hemos ofendido su sola existencia. Adoro sus pezones marcados, su escasa pelambre, su cuidado aspecto. Adoro todo en un negro. Sea por exceso o por defecto, no encuentro reparos para revolcarme con un negro cada vez que tengo la oportunidad. Son mi morbo más efectivo y recurro a ellos cada vez que siento urgencias de entrepierna.
Me gustan las nalgas de los negros, los muslos de los negros, la espalda marcada de un negro. No creo que haya nada en un negro que me desagrade. Es más, creo que jamás he estado completamente a gusto con un hombre de cabellos rubios, aunque no los desprecio. Pero tengo que admitirlo, mi perdición son los negros y si se trata de hombres como los que hoy he traído para celebrar el premio Nóbel del negro más bello de la actualidad, pues no hay nada que agregar.
Viva el color…..negro, por supuesto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario