miércoles, 16 de octubre de 2013

El arte de complacer un culito

 Aunque sucedió hace muchos años, todavía puedo recordar con exacta precisión la emoción de mi primer "beso negro" La agradable, maravillosa y exquisita sensación de tener una lengua revoloteando alrededor de mi culito, llenándolo de saliva, preparándolo para todo lo que iba a llegar más tarde. Yo era todavía muy joven y aunque bastante descarado en el tema del sexo, la lengua que se ocupaba de revolotear por otros sitios, siempre era la mía; insaciable como siempre he sido en el arte de saborearme un buen guevo, no estaba siempre muy dispuesto a dejar que el macho de turno se deleitara a su gusto. Hasta que alguno de ellos lo consiguió y me enseñó un mundo de placeres y emociones, desconocidas hasta ese momento, que me persiguen hasta ahora y hacen que yo no demore ni segundos, en ponerme "en cuatro" pidiendo casi suplicante por una lengua hambrienta que recorra cada rincón de mi siempre abierta puerta de atrás. Es un placer delicioso,verdaderamente difícil de superar, así nomás.
 
 
Yo lo descubrí, como bien he dicho, hace mucho tiempo y hay que ver lo que fue: cualquiera que lo haya probado, sabe a lo que me estoy refiriendo. Él me tenia embobado, no hay expresión más acorde. Habíamos pasado la noche rumbeando en un bar de moda y ya  nos habíamos metido mano suficientemente, así que cuando a la salida me invitó a acompañarlo a su casa, a mí no me quedaba resistencia alguna. En el bar, durante todo el bailoteo, bastante que me había tocado las nalgas prometiéndome todo tipo de delicias para más tarde. Pues bien, mas tarde había llegado ya. En el carro nos besamos un rato, dándome tiempo para calibrar el portento de aquel aparato para el que me estaba preparando desde temprano y de lo más complacido, me estaba empezando a imaginar lo rico que sería la madrugada a su lado.
 



Llegamos a su apartamento completamente excitados, un poco borrachos y listos para darle prisa a todo lo que quisiéramos, por eso, tal vez, tardamos casi segundos en quitarnos la ropa y tumbarnos en el sofá a darle rienda suelta a las ganas contenidas. Entonces, al poco tiempo sucedió, y la verdad es que no se muy bien como, pues fue un asunto de posiciones que fueron dándose solas movidas por la pasión de ese encuentro inédito. Recuerdo que mi boca hacia rato que se había adueñado de ese estupendo machete, paradísimo y lubricado que pedía atención a gritos. No había fuerza que lograra arrancármelo de la boca y el hombre, entusiasmado por mis artes, buscaba la mejor forma de ponerle mano a mi culo, para empezar a rendirlo. De modo que comenzó a palmotearlo cada vez mas fuerte, buscandose como abrirse paso con sus dedos, los que fue acercando lentamente mientras los llenaba de saliva. Yo empezaba a sentirme rendido de placer, una cosa bastante animal, por cierto, cuando en un movimiento casi de malabarista, el hombre fornido, de brazos fuertes y suficiente altura como para derribarme con algo más que sus 18 cts. de carne dura y anhelante, me dio vuelta hasta colocarme encima de él. Pensé que íbamos a un tradicional "sesenta y nueve" y estaba contento con la idea, cuando sin pensarlo mucho, empecé a sentir como su lengua recorría mis bolas y entraba a un espacio mucho más profundo, mientras comenzaba a gemir con emoción indetenible. Sentí como esa lengua recorría mi piel hasta acercarse a mis nalgas que mordía suavemente, mientras con sus dedos se abría paso. Entonces sucedió: introdujo su lengua hasta donde alcanzó a meterla y comenzó a saborear mi hueco llenándolo de saliva. Los movimientos de esa lengua me volvieron tan loco que aun me mojo cuando lo recuerdo. El tipo era un experto. Mordía levemente, chupaba con avidez, mojaba la entrada y pegaba sus labios hasta hacerme sentir toda la fuerza de su boca, justo dentro de donde estaría un poco después su tranca. Así estuvo por unos buenos minutos, hasta que sacó la cara de allí y me volteo de espaldas, preguntándome si estaba listo para "meterme eso". Le supliqué que lo hiciera. Que entrara sin más demora y eso precisamente fue lo que hizo. Casi me revienta de la fortísima cogida en la que yo sentí toda la felicidad del mundo...pero eso, realmente es otra historia.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario