domingo, 11 de abril de 2010

Culitos bien atendidos...

Tenía un amigo que se confesaba maestro en el "arte de complacer un culito". Según él, no hay culo que se resista cuando se le dedican minutos de atención verdadera. Lengua, dedos, jugueticos, manos, pies y mucho más, es útil a la hora de preparar un culito para su destino inevitable: la embestida feliz de un buen trozo de carne. Mi amigo lo había convertido en un credo y casi una forma de vida; se dedicaba con esmero a preparar el "tunelcito" - así lo llamaba él - para que la cogida fuera lo máximo para ambos. Lo lograba con creces. Tuve el placer de someterme a sus experimentos muchas veces y siempre me sorprendía con nuevos trucos y mejores cogidas, a las que yo me entregaba con un gusto inmenso. Es que realmente, nada como un culito feliz, para una vida feliz; aunque maestros como Paul ya no anden cerca y nos toque solitos, que no siempre es malo, por cierto.







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