domingo, 17 de octubre de 2010

Lugar secreto

Puedo recordar con nitidez el momento en que agregué a mi lista de fetiches para disfrutar, a las axilas de un macho. Yo era muy joven y estaba teniendo uno de esos encuentros casuales a los que siempre he sido muy afecto y el tipo, un machote grande y muy peludo, de pronto tomó mi cabeza entre sus manos y en lugar de dirigirla hacia su paradisimo guevo, incrustó literalmente mi boca en el centro de sus velludas axilas. Antes de ese día, lo máximo que había hecho era tocar o medio acariciar, un espacio del cuerpo de mis hombres que me parecía un poco privado y me causaba aprehensión. Pero en ese momento, sin tiempo ni ganas, de hacer o decir algo en contra, este tipo guapisimo, me mostró una vía más para complacerlo, y la experiencia fue enriquecedora. Creo que a partir de ese momento descubrí no sólo el placer de besar y acariciar una axila, sino la importancia del olor y la esencia más íntima de un hombre. Fue como descubrir un lugar que hasta ese día había sido secreto y se abría para revelarme toda su sabiduría.


1 comentario:

  1. Yo estoy entre esos que tiene fascinación con los sobacos.
    saludos,
    raulito

    ResponderEliminar