lunes, 17 de junio de 2013

Un lento acercamiento

No hay ninguna duda que para esos menesteres en los que nadie nos iguala, lo mejor que podemos hacer es acercarnos lentamente, aunque algunas veces el empeño ponga prisas. Hay caricias previas, hay un poco de "calentamiento" hasta que llega el momento en que, duro y sabroso, se nos planta delante para exigir que le demos el placer de nuestra lengua ansiosa y nuestra boca cálida. Mucho más si lo que acerca a nosotros es el limpio y bien recortado cabezón de un buen machete.
 



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