martes, 20 de diciembre de 2011

A plena luz del sol

Cuando las ganas llegan, no hay impedimento alguno para saciarlas; sólo cuenta que las condiciones estén dadas y eso, a nosotros, parece que se nos hace fácil. En la playa, en alguna calle escondida, en la comodidad de nuestras habitaciones o en la clara complicidad de algún paraje solitario, en donde quepa nuestra lujuria y nuestro deseo. Todo lo demás es tan simple como dsifrutarlo todo. Disfrutarlo con ganas, con calor, con la fuerza de dos machos que saben lo que buscan y saben donde hallarlo. No hay límites; para nosotros, tal vez porque de hombres lo tenemos todo, cualquier lugar, por descampado que sea, es bueno para dejar salir lo que, de quedarse dentro, nos quemaría...



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