domingo, 5 de septiembre de 2010

Kinky

No es lo que más me gusta. Confieso que me da pánico perder el control de la tirada. Eso de que me amarren, me esposen, me peguen o se me aparezca un carajo lleno de cadenas y cosas raras a querer cogerme, es definitivamente, asunto para el que no me ofrezco. Una vez hace tiempo, más o menos borracho, tuve el valor de quitarme la ropa en un bar de NY y subirme a un columpio de esos amarrados con cadenas, para que viniera el que quisiera, a hacer lo que quisiera. Recuerdo que vinieron dos carajos, uno me estuvo metiendo el machete en la boca por un rato, mientras me ofrecía poppers (que eso si me gusta) y el otro intentó cogerme, pero no tuvo éxito; creo que estaba más borracho que nadie y no logró una erección "decente". Al rato de estar tonteando en el columpio y siempre por aquello de "tener sentido de propiedad" me levanté, me puse mis pantalones y me fui para mi casa. Ha sido lo más cerca que he estado de un episodio "kinky"en mi vida y no creo que lo recuerde con nostalgia.
Aunque claro, debo admitir que para todo lo inventado hay un público y que me parece muy sano que la gente explore sus maneras de pasarlo bien, haciendo lo que le plazca. Para eso somos libres de hacer con nuestros cuerpos lo que mejor nos parezca...




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