viernes, 9 de octubre de 2015

Bendito exhibicionismo


Descubrí los placeres del voyerismo gracias, (no podía ser de otra forma) a un exhibicionista del que recuerdo cada centímetro, aunque jamás haya hablado con él. Era mi vecino cuando viví en New York, hace mil años. La ventana de su salón daba a la ventana de mi cocina y cada vez que yo llegaba a mi casa, después del largo día de clases y trabajo, lo encontraba exhibiendo su magnifico cuerpo, totalmente desnudo en diferentes ocupaciones, todas de alto contenido "vean-lo-que-Dios-me-puso-entre-las-piernas". El tipo estaba rico y su instrumento era una delicia; de modo que yo me instalaba en mi cocina a disfrutar de un espectáculo que probablemente estaba dirigido a mucha otra gente de mi edificio (éramos los únicos que podíamos, estratégicamente, disfrutar aquello); el hombre se ejercitaba, caminaba de un lugar a otro, se agarraba su verga y, pasado un buen rato, se hacia largas y muy imaginativas pajas...que yo disfrutaba muchísimo. Incluso haciéndomela yo también en la soledad de mi cocina, sin ser visto por nadie más. Gracias a ese vecino misterioso (al que jamás vi fuera de ese entorno, por más que lo intenté) desarrolle el exquisito gusto de espiar, pues por suerte, para todo voyerista, existe un exhibicionista bien dispuesto....como estos...





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