Una vez estuve tirando muy seguido con un hombre cuyo principal objetivo, al acostarse conmigo o creo que con cualquiera, era "acabar". Por suerte no le resultaba fácil, de modo que se esforzaba mucho para alcanzar un orgasmo que nos encantaba a ambos porque para lograrlo ya habíamos retozado bastante (de hecho mi propio orgasmo a veces se adelantaba o necesitaba ser postergado valiéndome de trucos enredados) y lo recibíamos con mucho placer. Mucho. Pero siempre me pareció un poco exagerado esa locura de él por eyacular, esa especie de manía exprimidora de su semen que lo obligaba a perseguir ese momento como ningún otro hombre que he conocido. Es un recuerdo que se me viene a la mente al ver esta buena selección de imágenes embadurnadas de leche...
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