lunes, 1 de agosto de 2011

Oscura perfección

Ya lo he dicho tantas veces, que debe sonar a repetición innecesaria: siento especial predilección por los hombres negros, morenos, mestizos, de piel oscura. Uno de mis mayores placeres es pasar mi lengua por esa piel lisa y brillante, hasta llegar a sus monumentales morrongas, casi siempre duras como un trozo de madera pulida, y dispuestas a dejarse complacer hasta el infinito. Saboreándolas lentamente, aspiro profundamente el aroma inconfundible de hombre curtido por el trabajo, de oscuridad de piel deseosa de ser satisfecha, de instrumento masculino que se desvive por darme todo lo que necesito para sentirme pleno. Amo la negritud y si, me encanta que hagan honor a su fama de bien dotados. Lo están y, para mi, el tamaño importa mucho. Sobre todo si puedo ver su brillo de ebano en la oscuridad



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