
Marco fue uno de los mejores amantes que tuve en mi vida. Cada vez que pienso en él, creo que a pesar de que eramos dos personas totalmente diferentes, llegamos a entendernos a la perfección tanto en la cama como fuera de ella, porque ambos adorábamos lo que usábamos para darnos satisfacción física. A mi me encantaba su machete y a él le encantaba mi culito. Simplemente. Nunca se nos ocurrió probar nada distinto a eso y nunca cambiamos roles, desde el día que, a poco de conocernos, él me pidió que me acostara boca abajo en la cama (vestido como estaba) y me desnudó pieza por pieza, hasta descubrir mis nalgas redonditas, mientras se pajeaba lentamente. En ese primer encuentro sucedió eso nada más: él acabó entre mis nalgas sin intentar penetrarme y yo me hice una paja a medida que él "piropeaba" excitado lo que iba descubriendo. Por raro que parezca, gracias a que Marcos se sintió fascinado por lo que vio ese día, empezó una relación íntima y muy placentera que se prolongó por casi dos años. Para algo nos pusieron los ojos conectados al cerebro...
No hay comentarios:
Publicar un comentario