Paulo, el Inmenso

Cuando vi estas fotos de Paulo Massa, recordé a un tipo que conocí hace mucho tiempo y con quien protagonicé una escena de profunda y muy cómica vergüenza; la razón: tanto Paulo como aquel amigo mio, tienen un guevo descomunal; una de esas cosas con las que uno no sabe bien que hacer, aunque provoque. El cuento es que mi amiguito y yo fuimos a uno de esos hotelitos baratos de Sabana Grande, donde los cuartos son mas bien cubículos de cartón en los que todo el mundo oye y sabe lo que pasa. Pasados los calentamientos, mi amigo y yo pusimos "manos a la obra" pues me había convencido de meterme aquella vaina gigantesca, y yo creía estar suficientemente dilatado para recibirla. Echamos bastante lubricante y adoptamos una posición que siempre me ha resultado cómoda; pero, por más que él lo intentaba, yo no podía tolerar aquel inmenso tolete de grosor casi inhumano. El tipo, que lo tenía paradisimo, le daba una y otra vez y yo lo único que sentía era un dolor inmenso del que me quejaba, al parecer, mucho y muy seguido. Pues bien, tal vez en el quinto o sexto intento, el guevote comenzó a abrirse paso causándome gran dolor y yo empecé a gritar de dolor, pidiendole que me lo sacara. Casi de inmediato, la voz potente de un hombre vecino se dejo oír por todo el pasillito del hotelucho:

- Coño....cogetelo de una vez, clavaselo, pero ya dejen la gritería...maricos!!

De más está decir que, esa vez, no hubo poder que me hiciera acceder a semejante cosota. Lo logre después, pero verdaderamente, no fue placentero. Era demasiado guevo....como Paulo.