Creo que ya lo he dicho: no soy de los que se muere por comerse un par de nalguitas; durante mucho tiempo, mas bien, me he destacado por permitir que otros se coman las mías, que he mantenido erguidas y ricas a la orden de quien las necesite. Pero, me ha tocado y ha sido muy sabroso; uno de esos placeres que por inesperados son realmente deliciosos. Nalgas redondeadas, con esa firmeza propia del macho, tersas, algunas veces con la cantidad justa de vellos y siempre con la intensidad adecuada de quien espera y pide un buen rato de exploración. Tengo la suerte de no saber despreciar ningún rincón del cuerpo de un hombre; las nalgas y todo lo que ellas deparan, son para ser aprovechadas. O no?

No hay comentarios:
Publicar un comentario